Tres ocasiones para decantar un vino y Cuatro claves para hacerlo bien
Por mucho que tengamos un decantador muy bonito, usarlo por usar, no tiene sentido. En Vinosycia MGZ os contamos las tres ocasiones en las que hay que decantar un vino y las cuatro claves para hacerlo correctamente
Sólo hay que decantar un vino en tres ocasiones: si el vino tiene mucha añada, para airearlo si necesita oxigenarse, es decir, 
si al abrir la botella emana un olor desagradable, como a humedad e incluso a azufre (y aún así siempre será mejor abrirlo unas horas antes que someterlo al agresivo proceso de decantación); si es joven, para ‘abrirlo’, si presenta una intensidad aromática baja; o para eliminar los posibles sedimentos que haya en el fondo de la botella.
El origen de este protocolo del servicio del vino parte de la idea de que el vino es como un ser vivo: nace, crece, evoluciona y muere. De este modo una determinada botella puede contener un vino que ha permanecido encerrado mucho tiempo en barricas o en su misma botella hasta llegar a su destino final. Durante este tiempo de vida que dura algunos años han podido crearse siempre por falta de oxígeno nuevas situaciones en su constitución, apareciendo olores raros, tufos o simplemente aromas de reducción, que si no son eliminados estropearán la degustación del vino.Estas “anomalías” no son perjudiciales para el vino en sí mismo, ni para la salud del consumidor, pero sí que perturban la degustación e incluso pueden quitarle gran parte de su atractivo.
Cuatro claves a la hora de decantar un vino
Desde Vinosycia os proponemos cuatro claves a la hora de decantar un vino
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Lo primero es comprobar cómo está el vino y si realmente necesita ser decantado. Para ellos, oler y catar el vino a beber en una copa para apreciar su estado.
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Lo vertemos con suavidad procurando que se vaya deslizando en su interior por las paredes del recipiente.
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A veces para facilitar y acelerar la oxigenación se puede hacer girar el decantador en círculos concéntricos de manera suave pero constante. Sin embargo, esta operación debe realizarse con suma delicadeza y cuando el vino es muy viejo, cuanto menos movimiento mejor.
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Muy importante contar con un buen decantador. Que sea suficiente en capacidad y con buena boca de llenado. Preferiblemente de cristal, no de vidrio. Y que tenga una buena base de apoyo. Por último, que sea elegante, porque va a vestir nuestra mesa.
El origen de este protocolo del servicio del vino parte de la idea de que el vino es como un ser vivo: nace, crece, evoluciona y muere.